¿Y si volvieras a ser niño? ¿Si imaginar fuera uno de tus talentos?, supongo que entonces podrías tenerlo todo. Podrías decirle “Hola, ¿quieres ser mi novia?” a la niña que te gusta, comprarle una nieve de mamey con chispas de chocolate y llevarla caminando de la mano por la cancha de futbol, podrías enfrentarte a los villanos más malévolos de universo enterito, podrías hacerlo todo, incluso desafiar tus más grandes temores.
Rodrigo es un niño que va en sexto de primaria, es nuevo en la escuela y no habla con nadie en el salón, excepto cuando se pelea con El Terrible Doctor No, su archi enemigo. Flor es amiga de su enemigo, platica con Lilí, su única amiga. A Rodrigo le gusta la música, no sabe como resolver sus problemas a tan corta edad por que no tiene experiencia y cómo no tiene experiencia, lo único que puede hacer es imaginar. Imaginar para enfrentarlo todo e intentar salir airoso de aquello que lo inquieta.
El niño que se comió la servilleta de su sándwich es una obra ligera, divertida, entrañable, contada a cuatro voces por Teté Espinoza, Sara Pinet, Luis Eduardo Yee y Hamlet Ramírez, quienes logran llevarnos a ese bonito lugar donde están los recuerdos más auténticos; la niñez, las sonrisas guardadas, momentos cuando el amor daba ñañaras y los sueños parecían tan reales que era difícil distinguirlos de la realidad.
“Al final de cuentas crecer es parte de la vida. Recibir muchos golpes no nos va a gustar. Pero hay que levantarnos, pelear, y pelear, y pelear, y pelear”.